En el Polideportivo se vivió el Examen Sinodal, que se llevó a cabo el pasado 19 de marzo en el área de combate. Este evento reunió a estudiantes de entre 6 a 11 años de Tae Kwan Do, y no solo fue una exhibición de habilidades físicas, sino también un testimonio de la pasión de los niños al practicar este deporte. Este Sinodal estuvo a cargo del profesor Fernando Álvarez Pérez y la profesora Rubí.
Desde el momento en que los niños entraron al salón, la emoción era palpable. Llegaron con sus uniformes y su cinturón, listos para demostrar todo lo que habían aprendido en el camino, en busca de un ascenso de cinta en taekwondo. Parecían listos para conquistar el mundo, (o al menos el tatami).
Llegó la hora de inicio del Sinodal. Comenzaron las pruebas los pequeños guerreros exhibiendo un gran nivel. Desde las patadas más básicas hasta las más complejas secuencias de movimientos, cada niño mostró un dominio notable de las técnicas enseñadas en clase.
Los momentos más emocionantes vinieron cuando los niños realizaron formas, o «poomsae», una serie de movimientos que combinan ataque y defensa. Con gracia y precisión cada pequeño ejecutó de manera sobresaliente estos movimientos, dejando a los espectadores boquiabiertos con su destreza y confianza en el tatami.
Al final del evento cada niño recibió su nueva cinta. Un símbolo tangible de su progreso y dedicación en el taekwondo. Pero más allá del cinturón, lo más importante fue el orgullo en los rostros de los niños, y la admiración en los ojos de sus familiares. Fue una experiencia que nunca olvidarán; una combinación perfecta de deporte, diversión y amistad en el colorido mundo del taekwondo.
Nota por Arturo de Peña Loredo